El día 13 de marzo la comunidad de San Miguel Tzinacapan despertó nuevamente con la noticia de un suicidio más. Esta vez fue un pequeño de 11 años quien decidió quitarse la vida. Acontecimientos como éste llenan de tristeza el corazón de familiares, amistades y personas de la comunidad. Lamentablemente, también emergen los juicios, críticas y valoraciones morales que lejos de construir una comunidad empática, reproducen un ambiente favorable para desarrollar depresión y atan de manos a las personas que requieren ayuda, pues en la comunidad, pedir ayuda puede ser motivo de críticas y desprecios.
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